
Kacidy es una judoca que nos representará en los próximos Juegos Universitarios Mundiales FISU Rin-Ruhr 2025. Para la estudiante de Ingeniería Comercial en la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), el judo es mucho más que un deporte, permitiéndole superar momentos difíciles y alcanzar sueños que nunca imaginó.
A lo largo de sus palabras, deja claro lo primordial que es su familia, el apoyo de su universidad y sus entrenadores. Su mensaje es claro: con esfuerzo y dedicación, todo es posible.
¿Qué significó para ti obtener la clasificación a los Juegos Mundiales Universitarios y qué aprendiste del camino hasta llegar allí? ¿Qué expectativas tienes sobre lo que vivirás en Alemania, dentro y fuera del tatami?
– Clasificar al Mundial es un sueño hecho realidad. Representaré a mi país y a mi universidad como lo soñé durante tantos años. Es un nivel muy alto, y en este camino aprendí que debo tener resiliencia y adaptarme a los obstáculos. Hubo momentos en los que parecía imposible, pero fue el esfuerzo y la perseverancia lo que me trajo hasta aquí.
Alemania representa una oportunidad para seguir creciendo como deportista y como persona, para conocer nuevas culturas y personas, y para dar lo mejor de mí. He entrenado, me he esforzado, y voy con la meta clara: quiero una medalla, quiero subir al podio. Sea cual sea el resultado, estaré orgullosa.
Si miras hacia atrás, ¿qué le dirías a la niña que comenzó a entrenar judo a los 8 años y que hoy está a punto de competir en un torneo mundial? ¿Imaginaste que el judo te llevaría tan lejos?
– A la niña que fui, le diría que nunca deje de soñar. Que cada esfuerzo, cada caída y cada lágrima valen la pena. Que confíe, incluso cuando el camino se vuelva cuesta arriba, y que siga luchando, porque el esfuerzo siempre tiene su recompensa. Jamás imaginé que el judo me llevaría tan lejos. Cada triunfo y cada derrota han sido parte del proceso, y gracias a todo eso, llegué hasta aquí

En un país donde no siempre es fácil compatibilizar estudios y alto rendimiento deportivo, ¿qué importancia le das al apoyo de instituciones como UTEM o Fenaude. ¿Qué rol ha jugado la universidad en tu desarrollo como deportista?
– La UTEM ha sido clave en mi camino. Me brindó las herramientas necesarias para desarrollarme como deportista sin tener que abandonar mis estudios. Me dio contención, apoyo y la posibilidad real de compatibilizar la vida académica con el alto rendimiento.
Gracias a ese respaldo, he podido avanzar en mi carrera sin dejar de entrenar o competir. Más aún, me hizo sentir que mi proyecto de vida es válido, que sí se puede soñar en grande. El deporte construye futuro, y la universidad ha sido una parte fundamental de ese camino. Lo valoro profundamente.
También, estoy muy agradecida con FENAUDE al hacer posible estos espacios de competencia donde podemos representar a nuestro país a nivel internacional. Sin ese trabajo, muchas de estas oportunidades no existirían. Para mí, es un honor representarlos también a ellos.
Al representar a Chile en Alemania, también llevas contigo la historia de quienes te han acompañado. ¿Qué te gustaría que otros jóvenes deportistas aprendieran de tu experiencia?
– Cuando tenía 8 años, quería ser cheerleader. Pero sufrí discriminación por mi peso y estatura. Me dijeron que no servía para eso. Luego probé con el karate, pero no me gustó. Quise jugar básquetbol, pero también me discriminaron por mi altura. Después apareció el judo, y desde entonces sigo ahí. A los 14 años conocí al entrenador Jaime Cañas, quien me recibió en la UTEM. Desde ahí, mi vida como deportista empezó. Luego se me dio la oportunidad de estudiar, y nunca imaginé lograr lo que he hecho hasta ahora.
A los jóvenes, les diría que no se rindan. Hay sacrificios y frustraciones, pero con esfuerzo todo cobra sentido. Que no tengan miedo de pedir ayuda, de construir una red que los sostenga, que los acompañe. Que formen carácter para enfrentar los procesos.
¿Qué te gustaría que la conozca de ti, más allá de las competencias y las medallas?
Quiero decirle a la gente que soy una persona que ama lo que hace, por todo el esfuerzo silencioso que eso conlleva. He llorado muchas veces, he querido tirar la toalla, pero me levanté, volví con todo.
Lo que estoy viviendo no me lo creo, pero estoy con el corazón lleno y orgullosa de mí. Tengo muchas ganas de seguir creciendo, como deportista y como profesional. Tengo miedo, sueños y metas. Y he aprendido que cada sueño se cumple. Tarde, pero llega. Cada vez que uso mi judogi con el escudo de Chile o el de mi institución, siento un peso hermoso. Representar al país es un acto de amor. No se trata solo de una medalla: es compromiso, es soñar en grande.